
Reproducción asistida
Como ya os conté en el anterior post –https://xn--mamalos40-21a.com/diagnostico-reserva-ovarica-baja/– me diagnosticaron reserva ovárica baja. ¿Soy vieja? Es lo primero que pensé al escuchar “te quedan pocos óvulos”, “pre-menopausia”. ¿Reserva ovárica baja? Y lo siguiente fue preguntarme acerca de cuáles eran los métodos de reproducción asistida con los que podía contar para conseguir quedar embarazada.
Al parecer desde la semana 12 de embarazo la mujer activa sus ovarios y genera ovocitos hasta aproximadamente el quinto mes, por lo que la reserva ovárica que hemos producido es limitada. Desde que nacemos tenemos un número de ovocitos y a lo largo de tu vida los vas perdiendo hasta que se agotan definitivamente. Si inicialmente tenemos en torno a un millón y tenemos unas 400 ovulaciones de media en nuestra vida fértil, quiere decir que tan sólo 400 óvulos serán madurados y ovulados. El resto se destruyen. Por lo tanto, reproductivamente hablando soy mayor, aunque física y mentalmente me sienta joven. Si hubiera sabido esto cuando tenía veinti poco y hubiera podido, habría congelado óvulos. Pero no, ésto no te lo suelen contar, porque creo que mucha gente lo desconoce. De ahí que yo quiera daros mi consejo personal: si quieres tener hijos, pero de momento estás centrada en tu carrera o si no lo tienes muy claro, congela óvulos. Nunca se sabe si en el futuro tendrás problemas de fertilidad.
En nuestro caso, ante este diagnóstico tuvimos que tomar una decisión: esperar y ver si de forma natural podía quedarme embarazada, descartar completamente la idea de ser madre o someterme a técnicas de reproducción asistida.
Llegó el día, 14 de agosto de 2017, primera cita. Había leído algunos post y algunos foros sobre chicas que tenían como yo la reserva ovárica baja. No sé por qué en estos casos todas acudimos a foros y páginas especializadas, pero lo hacemos. Será por el “mal de muchos consuelo de tontos”, será porque “las penas compartidas son menos penas”, no sé. En ocasiones, estas opiniones y experiencias son útiles, pero tienen un peligro: corres el riesgo de creer que lo que les ocurre a otras te puede pasar a ti, lo bueno y lo malo. Mi consejo en este caso es que te quedes con los términos y valores para saber interpretar los resultados de tus pruebas, pero ten en cuenta que cada cuerpo es diferente y les rodean unas circunstancias que posiblemente no tienen nada que ver con las tuyas.
Después de mi investigación en internet, pensé que el siguiente paso era la inseminación artificial. Pues no. Con los resultados de mis análisis (una antimulleriana con valores de pre-menopausia), antecedentes familiares de menopausia precoz (una tía materna) y de ELA (mi abuela materna), la ginecóloga de reproducción me aconsejó hacerme dos análisis: cariotipo (estudio genético en sangre del conjunto de cromosomas que conforman las células humanas que sirve para detectar enfermedades congénitas y adquiridas) y estudio del síndrome x-frágil (para descartar que pudiera ser portadora del síndrome debido a mi baja reserva ovárica). Así que descartó la idea de la inseminación. Por mis datos, una inseminación no iba a solucionar nada. Básicamente iba a tener las mismas probabilidades de quedarme embarazada que si lo seguía intentado de manera natural con mi pareja, muy pocas. En definitiva, tenía que someterme a un tratamiento de fecundación in vitro (FIV).
Dicho y hecho, me hice los análisis y seguí buscando información: presupuestos, clínicas, pero sobre todo el cuadro médico. En este caso sí que me fié de las opiniones o consejos de gente cercana -gracias Carmen- y hoy pienso que fue una decisión acertada. Al final me quedé en la clínica donde me habían atendido en la primera consulta, pero pedí cita con el jefe del equipo médico de reproducción asistida. No diré su nombre, pero sí que es un gran profesional y que decidió dedicarse a esto porque vivió en primera persona las dificultades de reproducción.
Final de agosto de 2017. Segunda cita en reproducción. Con algo más de conocimiento sobre fertilidad, acudo a conocer al famoso doctor. Famoso por su sinceridad y por no crear falsas ilusiones y famoso por dedicarse en cuerpo y alma si ve la más mínima probabilidad de éxito. Me hizo volver a la realidad. Mis datos no eran buenos, aún no tenía los resultados de los análisis genéticos -tardan más de veinte días y podían hacer que me replantease el embarazo- pero no es imposible. Mis ovarios y mi útero tienen muy buen aspecto, y aunque pocos llego a tener óvulos.
Como había que esperar, comenzamos con un ciclo de píldoras anticonceptivas. Podéis pensar, como yo, que esto no tiene sentido, ¿anticonceptivos para un tratamiento de fertilidad? Pues al parecer, se usan para regular el ciclo y que la mayoría de folículos que podamos producir maduren a la vez y no crezcan unos más que otros. El objetivo es poder extraer el máximo posible de óvulos potencialmente fecundables.
Tercera cita. Mediados de septiembre de 2017. Ya tenía los resultados y aunque intenté descifrarlos no los entendía. Pensaba que era portadora y que iba a tener que tener en cuenta otras técnicas más costosas o abandonar la idea de tener hijos. Pero no, ¡por fin una buena noticia! Los valores eran normales. No soy portadora del síndrome x-frágil. Esto era fundamental para poder seguir o empezar en mi caso con la fase de estimulación ovárica. Para ello es necesario la administración de inyecciones intramusculares y/o subcutáneas de hormonas con la intención de obtener el mayor número de óvulos en un mismo ciclo.
Llegado este punto la ginecóloga que me atendió en la primera cita, una persona impecable y muy profesional, me recomendó dejar los anticonceptivos, descansar unos días y al tercer día de regla empezar con la estimulación ovárica.
Comienza el primer ciclo y con él las ilusiones de cumplir nuestro sueño. Mi aprendizaje de esta fase fue no desesperar y seguir paso a paso las indicaciones de los expertos. También me di cuenta de que era bastante más positiva de lo que creía.
¿Qué te ha parecido el post? Me encantaría que me dejaras algún comentario si alguna vez has estado en la misma situación o si de joven pensaste que ésto podía pasarte a ti.
¡Muchas gracias por seguirme! Nos vemos en el siguiente.